Como casi la mayoría
empiezan con una idea y terminan con otra. Este cuento empezó con la idea de mostrar un mundo donde todo lo hacen las
computadoras por nosotros y terminó en este cuento donde los miedos son más
comunes y terrenales. Los más terroríficos de todos. Los psicológicos.
Era un cuento largo o novela corta, pero lo adapte a cuento corto creo que quedo bien.
Era un cuento largo o novela corta, pero lo adapte a cuento corto creo que quedo bien.
"Oportunidad
S.A."
Como casi siempre al despertarme después de dormir atiborrado
de horrendas y malsanas pesadillas los dolores de cabeza me torturaban durante
el transcurso del día. Por desgracia esa mañana no se había comportado distinta
al último centenar de madrugadas y el cerebro me
estallaba. Me costó horrores lograr que la cafetera de intrared me sirviera un buen café. No es algo
difícil, es cierto, pero se complica cuando el software se actualiza solo y a
veces se actualiza mal. Pero lo peor fue moverme hasta la cocina con fluidez. Posiblemente las pesadillas,
como una ves leí en la red, son (especialmente
en mi caso) como un ajuste de cuentas con la inconsciencia; la presencia
aciaga, enconada de la inconciencia en un terreno donde puede demostrar su
disconformidad con lo que estamos haciendo con nuestras vidas. Si esto es verdad: mi mente posee una zona
diferenciada donde un terror infranqueable sobrevive ahí, por ahora, en estado
de espera. No quiero imaginarme que pasaría si en algún momento toma control de
mis actos voluntarios. Sé que mi alma necesita
de otra oportunidad. Toda mi existencia en si lo necesita. Por
mucho que me esfuerzo
en superar este
embargo afectivo no he podido superarlo y no puedo seguir
viviendo de esta manera, diría, de liviandad emocional. Mis finanzas ya están casi al borde del
precipicio, no quiero tocar los ahorros y para
eso tengo que empezar a crear sin falta.
Ya perdí la cuenta de cuánto tiempo
hace ya que no elaboro una sola obra. No es que estoy en uno de esos periodos
sin creatividad, todo lo contrario, pero no puedo. Lo intente varias veces.
Cuando me conecto al sistema de conexión sináptica incluso tengo mayor
creatividad, mi mente divaga como si estuviera fumado. Pero cuando comienzo a
usar las herramientas a control para pintar ahí me anulo. Incluso intente sin
conectarme pero fue en vano.
Tampoco puedo seguir viviendo con las
emociones en cero negativo. Nadie puede vivir así. Sobrellevar un estado
depresivo tan intolerante como en el que estoy inmerso no se lo regalo a nadie, ni siquiera a mi más acérrimo
enemigo; actualmente, por supuesto, yo mismo. Ya ni las provisiones que elijo
en el ambiente virtual y que me envía el
supermercado y que procesan
mis máquinas de cocinar con tanto esmero
me saben a comida; más bien me saben
a agua comprimida. Debo comenzar a salir nuevamente opina
mi madre; preciso romper el cascaron; frecuentar nuevos amigos; buscarme
alguien para acompañar los últimos días de
mi existencia, aunque solo sea conectado, pero no
puedo, seria perder tiempo; no saben cuánto me cuesta relacionarme. Soy un
desconfiado nato, desconfío de todo el mundo; hasta del aire
que respiro. Vivo a la defensiva casi como única forma de vida. Similar a una mosca a la cual,
de la única forma que podes acercártele es matándola. Pocos saben cuánto dolor
me causó no poder decirle a una mujer, por timidez o resentimiento, alguna
palabra aduladora. Por eso, esta jornada, harto de soportar en vano, me he
decidido; me he decidido por segunda vez. Necesito otra oportunidad. Sí o sí.
Aquellos acontecimientos nefastos que desmoronaron mi existencia no fueron mi culpa realmente. Así
que deben darme otra oportunidad. No pueden negarse. Tengo el dinero necesario;
pagaría lo que fuera. Aparte fui uno de sus primeros clientes cuando solamente
era un proyecto costoso y rústico. No creo que tengan demasiados reparos con mi
solicitud. Estoy decidido.
Me vestí gracias al bot de aseo y vestimenta lo menos ofensivo posible. Colores claros
y ropa poco suntuosa que elegí desde la ventana holográfica de vestimenta; cancelé todas las holo-visitas, me
afeité con la máquina de aseo y le solicité a
mi ordenador que me comunicara con
" Oportunidad S.A." de inmediato. En la
comunicación preliminar de hace 12 años atrás no me
agradó la persona que me atendió; probablemente era una imagen digitalizada, aunque por momentos me pareció pletórico de
gestos humanos como para ser sintetizada digitalmente. Espere largo rato, se ve
que tenían mucho trabajo o utilizaban la espera como arma de venta. Esperar me hastiaba;
desde chico. Creo que si yo puedo estar en punto, en una cita, o atender aunque
más nos sea para decir "aguarde un momento": los demás también
pueden; sin lugar a dudas. Mientras esperaba oteé el living donde consumí
la mayor parte de mi vida moviéndome de
aquí para allá como un león
enjaulado y descubrí, tarde, que ya no me agradaba la disposición de los
muebles; soy consciente que siguen un orden prescripto como para crear en mi
mente una costumbre, para recorrerlos de memoria, pero estoy harto de las
costumbres. Tampoco me agradaba el color blanco con que Marcela había decorado
toda la casa: las paredes, el piso los
sillones, la mesa, el trivisor, todo. Y me causa una aprensión rayana en la
locura lo mal que entonan esos adornos psicodélicos contra ese fondo
blanquecino, inmutable, puro. Estaba asqueado de esta casa. Odio la pulcritud
en ese estado exagerado aunque, en realidad, sin orden,
me sería imposible vivir.
Espere impaciente hasta que un pitido horrible
proveniente de la computadora anunciando
la inminente comunicación con "Oportunidad S.A." me sobresaltó.
Inspiré hondo intentando escuchar los frenéticos latidos de mi corazón para ver
si me traían un poco de suerte o tenían algo para decirme de último momento.
Cruce los dedos; aunque nunca me dio
resultado.
- Buenos días Señor... Méndez. - me contestaron por la pantalla. Era
la misma persona de hacía unos años; ahora lo confirmaba, era digitalizado.
- Buenas
tardes ya - le contesté - ¿Se
acuerda de mí?
- No. No exactamente. Le comento que me es
difícil olvidarme de una persona una vez que he hablado con ella, me extraña
que siendo una cara tan inteligente como la suya no la reconozca Pero
últimamente el trabajo me ha agobiado y hemos tenido, por suerte, mucho
trabajo. Eso debe ser. Refrésqueme la memoria por favor.
- Esta perdonado, no se preocupe, en realidad
no soy un cliente de hace algunos días. Hace
mucho tiempo que me contacte con Uds. ¡ años! Fui uno de sus primeros clientes.
- Ahhh. En hora buena. Hacía rato que deseaba
comunicarme con un viejo cliente ¿Cuánto hace que....
- 12 años
para ser exactos. Quede muy conforme, pero un tiempo atrás tuve algunos inconvenientes con....
- No se preocupe señor Méndez estamos para
ayudarlo. No necesita horadar recuerdos pocos gratos. En la otra pantalla tengo
los datos referentes a usted y a sus inconvenientes como usted los
llama, estamos al tanto de todo y le aseguro que estas cosas no suelen suceder,
pero tienen remedio. Además estábamos esperando su llamado. Avancemos y
explíqueme que es lo que desea.
- Bueno yo ejem... no sé si lo han hecho ya
con alguien pero necesito otra oportunidad. Si, otra
oportunidad, estoy dispuesto a pagar lo que sea. Ud. solo ponga el precio que
yo lo cubro.
- No es cuestión de dinero señor Méndez. Una
persona inteligente como Ud. debe darse cuenta que no es eso, es solo cuestión
de merecimientos. Las personas a veces se comportan de maneras extrañas y
nosotros no podemos encarar proyectos con cualquiera que llamé y lo solicite
aunque se llame presidente de la tierra o venga
con una carta de presentación de dios mismo inclusive. A usted, en su momento,
se le hicieron diversos test psicológicos de aceptación ¿los recuerda?
y luego de los análisis correspondientes fue aceptado; eso habla en su favor,
es cierto, pero una segunda oportunidad es otro cantar.
- Yo escúcheme - busqué su nombre al costado del holograma - Adrián, escúcheme por favor. Mi vida se me
ha tornado insoportable a partir de lo que paso.
Creo que un accidente es un hecho completamente fortuito, intenté recuperarme,
acercarme a mis escasos amigos, mi familia pero me resultó imposible. Al
desaparecer Marcela me quede sin la única persona que me comprendía y me
aceptaba como soy; sin vueltas, sin reparos, ni pretensiones ¿Entiende? ella era todo para mí.
No puedo sin ella y sé que Uds. lo van a entender así, por eso acudí a Uds. por
segunda vez. Pienso que lo único que me salvaría es otra oportunidad redentora.
Le aseguro que no se
para que seguir viviendo en este estado si no me dan otra oportunidad.
- Bueno. Bueno está bien, no seamos tan
derrotistas. Despreocúpese por ahora.
Trataremos su caso y después nos comunicaremos, pero recuerde que la empresa, en caso de que no resulte usted
elegido para un nuevo proyecto, no se
responsabiliza por los daños morales o psicológicos causados ni por su persona máxime después de sus palabras tan negativas. Necesitamos que firme
unos documentos; Ud. ya sabe cómo es esto, no necesito explicárselo de vuelta.
Los documentos aparecieron en la pantalla del
escritorio; eran gemelos exactos de los antiguos, los
recuerdo perfectamente. Lo que no entendían en "Oportunidad S.A. " es que recurro nuevamente a ellos
porque para mí ya es cuestión de vida o
muerte. No tengo otra alternativa. La primera
vez, si no me hubieran aceptado, habría sido un golpe duro, pero no insuperable. Ahora sé que no sobreviviría con una
negativa. No puedo vivir así. Por eso ellos se lavan las manos con estos
documentos. Te ayudan, es cierto, pero tienen criterios muy fríos con sus
clientes, o desconocen lo que es un ser humano. Me contuve de poner que estaba
dispuesto a pagar lo necesario. Canjearía todas mis posiciones por esa
oportunidad, pero lo único que hice fue abrir mi pupila frente al scanner y aceptar su impiedad. Nada más.
Recordé, después de estar como 10 minutos
totalmente en blanco, que este mes tenía reservado un viaje con Marcela; una
visita a una pequeña reservación de ballenas en el sur. Llame a la agencia de
turismo y me atendió una hermosa joven, como de quince años. Cada vez son más jóvenes
los que acceden a trabajos importantes o dirigen empresas; los viejos, en muy
poco tiempo, no seremos más que un estorbo, deberán eliminarnos. El rostro de
la joven trastocó su grata expresión cuando le dije que cancelaba el viaje. No
de muy buena manera me dijo que me descontarían un 20% por
que ya era tarde para cancelarlo. Decidí mejor no contestarle, aunque ensaye mi
mejor cara de asesino psicópata, como para que no se olvidara quien soy. Ya más tranquilo puse a mi ordenador sináptico en modo compra y, mediante la interfaz
virtual, me encargué de
seleccionar algunos pertrechos y
artículos de dibujo que me
faltan; incluso un nuevo soft de conexión sináptica para artistas
plásticos que me ofrecía la compañía en vez de una actualización. Más tarde el ordenador se encargaría de todos los pasos
necesarios para que me enviaran los artículos y para autoinstalar el nuevo soft y me puse a pensar en la comida de ese día.
La casa estaba vacía sin Marcela, como el
océano sin el brillo de la luna, sin sus peces. Antes, podría jurar, las
paredes me hablaban y acariciaban; estaban tan felices como yo. Ahora les hablo
y no me contestan; no son más que masas planas de concreto mudo y frio. Por momentos se me hace imposible moverme
con comodidad por la casa, como si en el suelo existieran imanes inicuos sólo
puestos ahí para dificultar mi tránsito. Es agobiante, pero todos los estados
depresivos tienen su costado opresor.
Ya en la cocina ingresé datos para prepararme
una sabrosa comida. Elegí algo bien preparado para que la cocina autosuficiente trabajara porque hacía
rato que comía tonterías, como si
el acto de elegir pudiera darme algo de vida, pero sabía que el hecho de comer
solo, sin compañía, a la que ya me había acostumbrado, adormecería mi sentido
gustativo. La cocina, pasados unos segundos chilló y solo precisé tomar el
plato y llevarlo a la mesa.
Sonó
el intercomunicador insistentemente y al mirar la
pequeña terminal pantalla adosada a la pared de la cocina noté la procedencia de una llamada:
era mi hermano desde la cárcel. No quería atenderlo; inexorablemente
culminábamos nuestras exiguas charlas peleándonos. Nunca me perdonó por no
haberlo salvado del embargo de sus pertenencias y de su casa. No entiende que,
cuando salga de la cárcel dentro
de 5 años, como mínimo, sus cosas habrán perdido todo su valor. En este siglo
en que los adelantos parecen correr competencias de aguante, y no dejan de
aparecer artículos nuevos día a día: un par de zapatillas computadas con visor
del estado físico y colchón de aire no serán más que unas simples alpargatas de
goma dentro de un año, o menos. Él no lo entiende; asegura que lo abandone.
Todos son iguales, él se abandonó a
si mismo cayendo preso por ese desfalco
virtual tan estúpido. Como supuse que el fono no dejaría de sonar hasta
atenderlo y él sabe que no salgo para nada, porque me dificulta salir (si no
salía antes de conocer a Marcela, ni estando con ella, mucho menos ahora),
atendí. Si no atendía me iba a volver
loco. Se ve que no tiene otra cosa más que tiempo libre en la cárcel.
- Bien bien – dijo – por fin te
dignaste a atenderme. Perdón por llamarte por pagar, pero necesitaba hablar contigo y no tengo un cobre.
Espero que no te enojes total a
ti no te va a arruinar una mísera comunicación. - Me dijo con una desfachatez
sin igual.
- A ti tampoco te va a arruinar ya estas lo
suficientemente arruinado como para preocuparte por tu persona.
- Uy, Uy, Uy dormimos mal de vuelta hoy.
Cuando será el día que te dignes a tratarme bien. No nos vemos nunca, casi no
nos hablamos y lo único que haces al vernos, si a esta video holo de comunicación se le puede decir vernos, es
ladrarme.
-
Bueno, bueno, bueno.... perdón, hablo
con el hombre afecto. ¿Qué es lo que querés
decirme? Apúrate que no tengo todo el día para charlar con vos.
- Feliz cumpleaños.
Me quede sin palabras. El maldito se acordó
de mi cumpleaños y yo ni siquiera lo tenía presente. Es un buen gesto de su
parte. También sé que lo hace con algún motivo oculto; nunca fue de quererme,
pero mi vida está cargada de suficientes hondas lesivas como para despreciarlo,
me viene bien algo así. No suelo decirle a nadie cuando cumplo años. Soy
bastante reacio a las fiestas. Hay personas que estiman primordial no olvidarse
de los cumpleaños, llamarte o mandarte algún regalo y suponen que de esa manera
van a formar parte de los recuerdos y emociones que uno se lleva a la tumba.
Odio esa clase de personas. no obstante, mi hermano lo ha hecho de corazón. Eso espero. Por lo tanto debo forzarme para no
arruinarlo.
- Gracias, no te hubieses molestado. Me había
olvidado.
- Siempre te olvidas; la mayoría de las
veces.
- Y qué si me olvido. ¿Qué tiene de malo?. No
tengo tiempo como libre como el tuyo para
pensar en estas estupideces..... - Me detuve en seco como si una mano interior
me hubiera tapado la boca. Había incinerado el sublime instante como siempre.
No puedo mantener una conversación importante con alguien sin explotar .
- Disculpame, lo lamento, no quise. - Expresé
intentando que comprendiera lo apenado que estaba.
- Esta bien. Ya estoy acostumbrado. Te
conozco hace años, sé que estas cosas no te interesan o quizás como no podes
hacerlas vos mismo te molestan.
- ¿Estas estudiando psicología en la cárcel?.
¿O es un nuevo método que empleas para reducir tu pena?.
No me contestó bajó la vista y sacudió la
cabeza de mala gana en un gesto cansino. No quise decirle nada. Si tiene tanto
problema para que me llama. Después de un rato, que se nos hizo interminable,
(no pretenderá que yo hable cuando fue él quien llamo), habló por fin.
- Quería que supieses que va todo bien, mi
abogado encontró pruebas para demostrar no sé qué con respecto a un cambio de
carátula y puede ser que me reduzcan la pena.... Ya se: no te interesa. Pero no me lo digas por favor, estoy tratando de
mantener una conversación sana entre nosotros.
Siempre igual, lo único que le interesa es
como le va a él. Qué me importa realmente
si sale o se queda a vivir ahí; qué
me importa realmente.
- Hace rato que no tengo noticias de mama;
que sabes de ella, no quiere atender mis llamadas
- Por algo será no te parece.... - le dije - Está bien. No te preocupes. Sé
que en el fondo te extraña.
- Y vos como van tus cosas eh
- Igual que siempre
- No pensás contarme nada; estaré en la
cárcel pero me entere lo que te sucedió. Por qué no me llamaste antes, ¿eh? por
qué no querés que te ayude
- Ayuda, ayuda tuya, vamos si estas encerrado
como un insecto en una telaraña. Mira si voy a necesitar ayuda tuya. No te
parece que estoy perdiendo tiempo hablan.......
Me cortó. La imagen de su cara desapareció de
mi vista como si hubiesen tirado un frasco de tinta negra sobre mis ojos. Si
realmente hubiera necesitado su ayuda lo habría llamado. Yo ya conozco mis
necesidades. Pero no puedo. Me cuesta relacionarme. La única persona que me
entendió fue Marcela y ya no está; como si
no tuviera problemas conmigo mismo para que, hasta el azar, se pusiera del
bando de enfrente.
La computadora bramó cuando estaba por
acostarme para una siesta reparadora. Ofuscado atendí y para mi sorpresa era el
empleado o el dueño de "Oportunidad S.A." el tipo estaba, con su cara
de falsedad digital constante,
buscándome con la mirada por la habitación por medio de la cámara del
videófono. Su rostro aparecía moviéndose, casi diría aplastado en la imagen tridimensional de mi
pantalla. Que descarado, no
respeta la privacidad; me contuve de tapar el visor con la mano y hablarle a
oscuras. Lo saludé. Como si no me
hubiera escuchado escudriñó entre unos ficheros en su pantalla hasta que
pareció encontrarlos y me dijo
- Señor Méndez felicitaciones su petición fue
aprobada "Oportunidad S.A." se complace en comunicarle que ha sido
aceptada su petición. Eh ¿qué le parece?
Trate de no demostrarle demasiada alegría así
no me cobraría, también, conforme fuese mayor mi sonrisa.
- Entiéndame es la primera vez que se le
concede a una persona una segunda oportunidad ¿entiende? - Lo que me imaginaba: me
iba a costar demasiado. No tenía que haberle rogado tanto antes. - Sabemos que
Ud. tiene muchos problemas con su personalidad y también que últimamente tiene
algunos problemitas con sus negocios y que no ha producido nada en los últimos tiempos, y, por lo que
se y no se moleste se lo ruego por ser tan directo, está demasiado solo ¿No?.
Por eso hemos accedido.
- Bueno... ¿Cuánto
tardare en ir por ahí"
- Eso es cuestión de los programadores.
Aparte. Todo cambio. Ud. va a entrar en una nueva era de "Oportunidad
S.A." Un nuevo proyecto. Único en el mundo; y creemos que muy eficaz.
Realmente eficaz.
- Y cuanto me va a salir este nuevo sistema.
- No se preocupe; justamente más tecnología trae
aparejado un abaratamiento de los costos; queremos que esto sea accesible a
todo el mundo. Todos los estratos sociales. Hasta lo ofrecemos en cuotas. ¿Se
imagina?
- No, realmente no me lo imagino.
Además me
asusta. En mi caso quedó demostrado a través
de los años que soy un cabrón, un ermitaño, alguien que lo necesita de verdad. Y aseguraría por necesidades obvias, que el
camino más fácil es este para mí, creo,
el camino sin problemas. Si a cualquiera se le hiciera tan fácil acceder a esto:
el mundo se daría vuelta patas para arriba.
- Ya está patas para arriba. Pero que sea
poco costoso no quiere decir que cualquiera pueda acceder a él. Hay muchos
genios, muchos futuros grandes pensadores o líderes, triunfadores para
redondear, como Usted un pintor de renombre, que ahora no pueden acceder a
esto. Creemos que ayudaríamos a esas personas. Que si son felices responderían
mejor en lo que se proponen ¿ comprende?.
- Mas o menos... Pero estoy muy ocupado
ahora; dígame cuanto van a tardar, así me comunico con Usted.
y no me diga cuanto me va a costar dígaselo al ordenador, pero afine el lápiz.
Confío en Usted; me parece una buena
persona. una persona Inteligente.
- Gracias señor Méndez. Todo listo. Nos estamos viendo.
Que disfrute su nueva oportunidad.
Debía decidirme, hallar el impulso necesario
para a ir a "Oportunidad S.A.". El salir
de mi casa sin compañía me asustaba. No tenía amigos a los cuales pedirles el
favor. Mi hermano era un ignorante y estaba preso. Mi madre ni siquiera puede
moverse del geriátrico. Desde chico he aprendido a movilizarme solo,
enclaustrado en este exoesqueleto computado. Sin
embargo mi invalidez no me causa ya
demasiados problemas, estoy acostumbrado. He logrado una comunión con el exoesqueleto que casi
diría forma parte de mi cuerpo incluso antes de que lo actualizaran con esa
conexión sináptica, pero
hace más de veinte años que casi no salgo a la calle. Hubo una época, antes de
Marcela, que le pagaba a médicos y enfermeros y asistentes psicológicos para me ayudaran
con mi existencia y algunos de los menesteres para los cuales el exoesqueleto
con todo lo avanzado que es no puede;
pero siempre terminaban robándome o vagueaban todo el día y no servían para
nada. Siempre terminaba igual: echándolos a los gritos. Es que a la gente común
se les hace fácil vivir y amar; a mí todo me es más dificultoso; diría imposible.
Las mujeres nunca me perdonan ni ocultan su mala impresión con respecto a mi
invalides y fealdad. Sé que no soy feo, pero poseer un cuerpo inútil es
conformar parte de una atracción circense de por vida. Me ven como un monstruo.
Las mujeres huyen cuando se dan cuenta que no están para sobrellevar semejante
sufrimiento: escapan. La única que me comprendía, que me ayudaba
desinteresadamente, que me prendía las luces sin tener que gritar yo para
encenderlas: era ella. La mayoría de los mayordomos me ayudaban en demasía; la
gente. cuándo me ve, mi madre inclusive, creen que no puedo hacer nada y a cada
movimiento están tratando de ver cómo ayudarme, de ver si rompo algo o me rompo
la cabeza. Me tratan como un invalido. Marcela no era así: me trataba como si
no existiera en mi ninguna imposibilidad física. Hasta me gustaba cuando me
pedía café y yo debía ensayar malabares con los artefactos eléctricos de la
cocina para servírselo. Me encantaba ser útil para alguien. Tengo miedo que la
gente me rechacé por mi invalides. Con
Marcela no tuve ese problema, por supuesto: ella no me rechazaría por nada del
mundo. Y pude abocarme en otros aspectos de la relación. Pero, en
contrapartida, estoy signado por la desgracia; los accidentes son como parte de
mi vida. La soledad parte de mi sangre. La incomprensión parte del aire que
respiro. La hosquedad parte del sudor que emanó.
Ya no me queda otra: debo ir en busca de mi
salvación. Sé que "Oportunidad S.A." me ayudo una vez. Ahora, este
nuevo proyecto como ellos lo llaman, debería salvarme para siempre es la última
oportunidad.
Volví
a quedarme solo, empero no por
mucho tiempo, el holocomunicador empezó a
sonar de nuevo. Estaban empeñados en no
dejarme tranquilo. Era mi promotora, Maribel. La
mujer que vivía de mi arte. No quise atenderla;
últimamente estaba opinando demasiado sobre mis obras como si
el hecho de ser la manager de un pintor famoso
la capacitase para conocer el oficio de un artista. Era una
vieja arpía; sigo con ella porque, cuando nadie me imprimía nada, apareció en
mi puerta con algunos contactos de una de las empresas editoras que manejaba la
línea interurbana de comunicación por ordenador (la red) y me propuso editar
una novela gráfica electrónica
en fascículos. Aparte,
desgraciadamente, hay cosas que me son imposibles de hacer con el exoesqueleto y encerrado en mi casa. Fue mi primer publicación y dio mucho
resultado. La gente también me solicitó
particularmente por la red que se la entregaran por facsímil para quedarse con
una copia. Ahora si Maribel me llamaba
era para sermonearme porque hacía rato que no pintaba nada. Lo que no comprende es mi
imposibilidad emocional para crear. Sin Marcela no soy
más que un despojo de ser humano. No la atendí, después, salvado, la llamaría y
quizás mi humor sería más agradable.
Solicité un taxi para
que me alcanzara hasta la empresa. Cuando llegó bajé con
cuidad hasta llegar a la puerta del auto. El exoesqueleto cumple bien su función de darles fuerza a
mis miembros muertos pero es un poco tosco el andar. El chofer, al parecer, no sabía que su
pasajero iba a ser un invalido e inmediatamente bajó con intenciones de
ayudarme. Se ofreció, mientras me observaba absorto, con una expresión de
lástima que se le escapaba por los ojos. Le dije que no necesitaba su ayuda y que se
concentrara en manejar con cuidado y de su propio cuerpo. Pero hasta que no
entré, después de costarme un esfuerzo terrible,
no se sentó a manejar; aunque eso de manejar ya no existe
solo se dedicó a controlar el sistema de navegación asistido. El ser humano es
un ser de costumbres; si yo estuviera más acostumbrado a salir no me hubiese
costado tanto andar con el exoesqueleto. Y
sabría, aparte, tratar a los tontos de una manera menos peyorativa. Quizás fuese así, quizás
no.
Buenos Aires seguía pareciéndome tan grande y
tan improductiva como antes. Desde mi casa en la superficie no
había mucho para observar. Desde algún rascacielos no sé si desearía observar
algo realmente. No vale la pena. Por la polución se debe
notar más oscura que humo de goma quemada. Los viajes me agotaban; ¿Por
qué estaba tan lejos esta empresa, tan
alejada al otro lado de la ciudad?. O será que yo vivo demasiado alejado del
mundo. Lo que si aseguro: con tanto ruido y trajín, no hubiera podido ser lo
que soy: un pintor invalido que se
ha hecho famoso controlando sistemas sinápticos multimedia especialmente diseñados para sí. Sin el exo y los sistemas no hubiese podido emplear lo único sano y no
tan inútil que me queda como mi
cerebro para poder crear. Se pinta
mejor con tranquilidad. Pienso que mis admiradores o los que han comprado
mis obras deben de observarlas en medio del
barullo, o deben tener unos físicos superdotados y unas mentes súper pequeñas como para opinar que son buenas obras.
Llegamos al edificio de Oportunidad S.A. después de traspasar de varias barreras
de peaje, pero, afortunadamente, fue el único trayecto del camino en el cual no
sentí el traqueteo de la suspensión luchando contra el maltrato de las calles.
Antiguamente había un destacamento del ejército
en el terreno de "Oportunidad S.A.". Alguien me comentó que inicialmente
fue un proyecto militar. Al
estacionar, esta vez, el chofer ni se movió: bajé solo
y solo me llegué hasta la entrada del reluciente y
llamativo edificio completamente de vidrio de la empresa.
En su fachada se reflejaban las arboles y el pasto circundante. Esta zona de es
una de las pocas zonas de esta magnánima ciudad que
conservan algo de verde.
Había una rampa para las viejas sillas de ruedas remarcada con rayas
amarillas y escalones angostos para los exoesqueletos;
deben ser muchos los inválidos que llegan hasta aquí, supongo. Deberían poseer
alguna zona cerrada; alguna zona protegida con guardias, deben ser muchos los
que, sin ser inválidos, tienen problemas del corazón, de la cabeza o del alma o
estar locos o demasiados cuerdos para no formar parte del mundo normal: como para venir aquí. Lo único de lo que estoy
seguro es que yo no debo representar el modelo de persona común. Por mucho que
lo intente.
Una empleada me estaba esperando; al parecer,
me reconoció al instante, y me hizo esperar solamente el tiempo empleado en
acomodar la silla contra la pared de la sala de
espera, pues, un hombre apresurado, de traje claro y demasiado almidonado se me
acercó y me saludó. Era el mismo hombre de la imagen telefónica.
- Señor Méndez como le va, se lo ve
bien. Pase por aquí. Venga
Estaría medio ciego porque yo estaba
transpirando de los nervios y la ansiedad y cuando estoy nervioso se me pone la
cara blanca como un nabo hervido. El corazón estaba por estallarme; por momentos perdía el aire y me mareaba;
pero necesitaba un último esfuerzo nada más que por esta ves; después: la gloria
- Bueno señor Méndez aquí estamos nuevamente. Ha sido muy afortunado, el nuevo modelo de
mujer sintética que hemos creado el "Multisent 2000" realmente parece
que hubiese sido preconcebido para usted. Lo digo en serio. Este modelo posee
unos nuevos programas de respuesta psicológicas que se van adaptando a los
cambios y necesidades del comprador conforme va pasando el tiempo.
- Como es eso. Explíquese
- Estos nuevos androides femeninos poseen
respuestas más espontaneas y al mismo tiempo más calculadas que los otros.
Responden a lo que su perfil le indica ¿Entiende?
tiene receptores, que van ingresando datos durante la convivencia. Una entrada
de datos externos sobre su comportamiento y sobre el entorno emotivo de las
persona. Lo analizan continuamente y responden adecuadamente en cada caso.
- Yo no necesito nada ni mejor ni peor que la
anterior, que Marcela. Ella era una compañera increíble; se lo aseguro
- Si, lo sabemos, estaba hecha para Ud.; era
lo que Ud. buscaba en una acompañante. Podía gritarle que no lo iba a sentir.
Pegarle que siempre iba a responder de la misma manera, hasta llegar a olvidar.
Con estos modelos no es lo mismo; se diría que sienten; no llegan a llorar pero
tienen en la cara como músculos de siliconas que responden ante la tristeza
para adquirir esa expresión. Píenselo... Ud., es una persona inteligente,
estamos entrando en una nueva era de tratamientos psicológicos. Están hechas a
su personalidad; pero también están hechas para que su personalidad cambie se
haga más dulce, menos huraña, más expresiva. ¿lo ve?.
- Lo veo, sí, pero tengo miedo. Le tengo
miedo al rechazo, a los problemas. Creía que me iban a dar otra Marcela.
- No va a tener problemas se lo aseguro. Solo
que, a diferencia de las otras, necesita un poco más de cariño; precisa que Ud.
ponga un poco más de su parte....... Esta dispuesto a....... ¿Está dispuesto a
cambiar su vida para siempre?.
Lo pensé. La conclusión dio que me estaba
embarcando en problemas con este nuevo modelo. Pero igual no podía seguir
viviendo así. El recuerdo de Marcela algún día terminaría por matarme.
- Mi padre decía: "de lo único que uno
se lamenta en la vida es de los errores que no se animó a cometer" - le
dije - ¡ Sí!, estoy dispuesto. Además no tengo otra salida. Ya soy una de las
piezas del juego.
- Por cualquier cosa llámenos, estamos a su
entera disposición. Ya sabe: su nueva oportunidad lo
espera en la misma sala que la anterior; está muy ilusionada con Ud. créame.
¿Por qué debía ser de esta forma? ¿Había
necesidad de un nuevo modelo que necesita cariño y comprensión? y no sé qué
otras cosas más. ¿Y si se cansa de mí?.
No creo; deben haberla construido para que eso no suceda. Solo espero que se
adapte a mí como se adaptó
Marcela. ¿Marcela?. Basta de Marcela ella ya forma parte del pasado. No creo que
esta me quiera como ella. ¿Y si en una de esas necesita algo de mi imposible de
dar?. ¿Si después me abandona?. Espero que no se canse de mi invalidez.
Pensé en volver y preguntarle al vendedor si
esta "multisent 2000" estaba preparada para esos casos, pero me
pareció una falta de respeto. Lógicamente ya lo debía saber.
Casi llegando a la sala 16, donde ella me
esperaba, me detuve a observar
por la ventanilla de una puerta el interior de una sala rotulada con el número
14. Ahí, en un costado, estaba sentado un hombre enorme; y lloraba y hablaba
solo. Por un segundo paró de llorar y me observó. Como un tigre se levantó y
corrió hacia la puerta; hacia mi vehementemente. Intente mover el exo instantáneamente y enganchar una velocidad
mayor para escapar hacia mi sala; sin embargo me alcanzó en seco antes que la
orden manara de mi cerebro al convertidor digital que llevaba conectado en mi
cabeza. Gritando me preguntó si yo era el doctor Ugarte. Le contesté que no,
asustado y preso del pánico, le dije que no
era personal de la empresa. Y como esas tormentas que se desploman con todo el
peso de su furia sobre la tierra, el hombre se abalanzó sobre mis piernas de nanotubos poniéndose a llorar desconsoladamente.
Intente tranquilizarlo y cuando paró de llorar le pregunte que le sucedía.
- Me tienen ahí hace como una hora y no me
quieren atender. Hace unos cuantos días
pretendí que me atendieran y como se hacían los sordos vine por mi cuenta y
ahora procuran encerrarme ahí sin atenderme.
- Pero ¿Por qué
harían algo así? - le pregunté consternado
- Ese nuevo modelo,
Multisent. 2000. Nuevos sentimientos, nuevos programas de comportamiento humano, buenas piernas. Necesitan que uno las ame
mucho… y como yo no pude
responderle… dios. Se suicidó ¿Me
escucha? Se arrojó
por el balcón del depto... No resultó. Dejo de
quererme. - me sacudía mientras sus lágrimas me salpicaban el exo.
- Pero cómo. Cómo que se suicidó.
Pueden hacer eso.
- Y sí. Esta lo hizo. No me dio
tiempo a nada. Yo le había dicho que era una máquina, que yo la quería pero que
no me exigiera tanto y al parecer no pudo soportarlo y ahora estoy solo y acá
no me dan ninguna respuesta
- Tranquilícese, seguramente algo
van a hacer.
- Ellos solo quieren indemnizarme,
pero yo no necesito plata, tengo bastante ya, necesito otra pero no con tanta personalidad
y exigencias.
Unas personas vestidas de verde, que debieron
escuchar el alboroto, llegaron y lo sujetaron y, aunque el hombre, inútilmente, procuraba zafarse: se lo
llevaron
- ¿Esta Ud. bien señor. ? - me preguntó uno
de los hombres vestido con un guardapolvo verde -
Ese hombre está un poco zafado. No le haga caso. Discúlpenos el mal rato. ¿
Esta Ud. bien?.
No conteste por un rato. No podría explicar
las cosas que pasaban por mi mente en ese momento. El hombre probó reanimarme
moviéndome el hombro y me observó fijamente - ¿ Seguro que esta Ud. bien?.
- Si - le contesté apartándole con brusquedad
la mano - Estoy bien. ¿A Ud. que le importa? - me di media vuelta y casi incendio los nanotubos del exoesqueleto por la velocidad con que escapé de allí.
Me dirigí a la sala 16 mientras me preguntaba
si esta nueva Multisent me
aceptaría. ¿Si yo le iba a gustar? ¿Si me iba
a abandonar?. Claro, pensé, tengo que gustarle; la hicieron para mí por
supuesto. Al final del pasillo vi la puerta de la sala
donde ella estaba esperándome. La puerta me pareció más alejada, casi enorme.
Pensé en ella ahí, encerrada, esperando para estudiarme, para psicoanalizarme. Para
ver si le gustaba. Para ver si yo era de su agrado. Debo tratarla bien. A Marcela la
trataba bien, la amaba, pero ese hombre al parecer también, sin embargo la suya
se suicidó. Y si me pasa lo mismo. Dios mío. Sería terrible. Y si es ella la
que no me quiere con sus nuevos sentimientos. Si no le gusta mi mal humor.
Llegué y la vi. Estaba hermosa. El rostro
lleno de dulzura. De preguntas.
Entré.
Si le parezco poco hombre con este
cuerpo sin vida, pensé.
No hay comentarios.:
Publicar un comentario